Menudas últimas semanitas que nos han dado los señores del PP a los nacionalistas andaluces. He de confesar que mi aprecio por este partido y sus dirigentes no es precisamente lo que se dice un sentimiento profundo. Quien me haya leído en alguno de mis otros artículos sabrá que esto no es ninguna noticia, pero es que, cada día que pasa, me lo ponen más fácil.
Primero fue la noticia del martes 23 sobre la oficialidad del himno nacional andaluz cantado por Rocío Jurado. Para quien no sepa de lo que estoy hablando, decir que los amigos andaluces de la gaviota han tenido la gran idea de anunciar a bombo y platillo que próximamente presentaran en el parlamento andaluz una iniciativa para dotar de carácter oficial a la versión del himno de Andalucía que la insigne cantante chipionera interpretara en la archiconocida película tipical spanish “la Lola se va a los puertos”. Se han debido pensar que el parlamento andaluz es la vagina de la Bernarda, pensé al leer por primera vez la noticia. Y no es que no tenga un respetuoso aprecio por la voz de esa popular mujer, que, desde la enorme distancia que separa a mis gustos musicales de su género, he de reconocer que era un talento majestuoso, una de las voces más sublimes que nunca antes haya dado la canción andaluza. Pero es que pretender que una versión cinematográfica se convierta en el himno oficial que representa a todos los andaluces, tiene narices. Que eso sea propuesto mediante una iniciativa popular comandada por el club de fans de Rocio Jurado tiene un pase y puede llegar a ser hasta comprensible, pero que sea el principal partido de la oposición andaluza quien lo pretenda llevar al parlamento es, con perdón, para mear y no echar gota. Si ya de por sí los andaluces tenemos que soportar el tópico sobre la condición de charanga y pandereta de nuestra cultura, no quiero ni pensar que pasaría si una iniciativa de este tipo, que afecta a uno de los símbolos más representativos de la identidad andaluza, saliese adelante. Claro, luego querremos levantar la voz por nuestra situación, y no nos tomaran en serio. Sin embargo, dentro del estupor y, porque no decirlo, la risa que me causó el conocimiento de la noticia, había algo de positivo en la extravagante información. La iniciativa de los populares parecía profundizar en el consenso que históricamente ha habido entre la clase política andaluza y española sobre la importancia de la figura de Blas Infante en el panorama histórico de la nación andaluza, reflejado en un apoyo unánime para el reconocimiento oficial de los símbolos que él inventara (el himno y la bandera) como símbolos identitarios del pueblo andaluz y su autonomía. Pero nada más lejos de la realidad. A los pocos días, estos señores de caballos y tierras, estos dignos representantes de la clase terrateniente andaluza que tanto daño ha hecho a este pueblo a lo largo de los siglos, se han quitado definitivamente la careta.
El caso es que el pasado el pasado domingo 28 de octubre durante la emisión del programa 'Más se perdió en Cuba', de la emisora ultraderechista Radio Intereconomía, Alejo Vidal Cuadras, eurodiputado del PP, y Alberto de la Hera, Director General de Asuntos Religiosos durante los dos gobiernos de Aznar (andaluz para más INRI), humillaron y pisotearon la figura del Padre de la patria andaluza. En un tono jocoso y distendido, como si de una charla de café se tratara, pareciendo olvidar que sus palabras estaban saliendo en antena, como si de una confesión a micrófono cerrado se tratase, estos sujetos profirieron, uno tras otro, toda una serie de improperios e insultos contra la figura de uno de los hombres más importantes de la historia de Andalucía, y, desde luego, la más importante de cuantas figuras políticas, a nivel nacional o estatal, haya dado esta tierra; el señor Don Blas Infante. Lo llamaron bobo, cretino integral, subnormal profundo, payaso y, cómo no, ironizaron sobre su aprecio por la cultura andalusí, para, despectiva y xenófobamente, renombrarlo bajo el seudónimo de “Mohamed” Infante. ¡Casi nada!, y todo en menos de dos minutos de conversación.
Me hubiera gustado poder pensar que estos hombres han olvidado que el parlamento andaluz en pleno ha nombrado hasta por dos veces al señor Infante como representante honorífico de todos los andaluces, primero al reconocerlo oficialmente como Padre de la Patria Andaluza, y posteriormente al convertirlo de manera oficial en el presidente de honor de la autonomía andaluza. Aunque, al juzgar por sus propias palabras, conocían perfectamente estos hechos. Por tanto, eran perfectamente conocedores de que al insultar a Blas Infante, insultaban con ello al pueblo andaluz, su identidad y su memoria histórica. Blas Infante es mucho más que una figura histórica del andalucismo, Blas Infante es el alma de un pueblo que ha recobrado la consciencia de su identidad, que ha vuelto a rememorar la propia existencia de su realidad, que durante unos pocos siglos pareciese haberse perdido en el túnel del tiempo, por obra gracia de la mano de Dios, o, más concretamente, de la santa inquisición. Su vida y obra son ejemplo de un andaluz comprometido con la causa de la tierra que lo vio nacer, gracias a la cual los andaluces, entre otras cosas, salimos en masa un 4 de Diciembre para arrancar a gritos nuestra autonomía a un estado que pretendía, una vez más, no tomarnos en cuenta. Blancas y verdes se engalanaron las calles de nuestras ciudades, blancas y verdes tal y como el espíritu de Blas Infante un día soñara verlas, hasta que fuera despertado a tiros por las garras de una panda de fascistas encabronados con el mundo. Insultar a Blas Infante es, entre otras muchas cosas, insultar a la lucha del pueblo andaluz durante la transición por el reconocimiento de su identidad diferenciada, y el logro de su equiparación en niveles de autonomía a las naciones más poderosas (en el ámbito político) del estado. Insultar a Blas Infante es también mancillar la memoria de un hombre digno como pocos, capaz de apartarse de los intereses de su clase social de nacimiento para ponerse del lado de los jornaleros explotados y pisoteados por la acción de los de siempre. Insultando a Blas Infante se insulta también al jornalero andaluz, al obrero y a todo el pueblo trabajador de Andalucía. No, señores del PP, insultando a Blas Infante no solo están menospreciando y vejando a una persona, insultando a Blas Infante están calumniando y vejando a todo un pueblo, un pueblo que arrastra sus cadenas por muchos siglos ya dentro de España.
Lo curioso del asunto es que lo que de verdad retrata el cariz moral, ideológico e intelectual de los interlocutores radiofónicos que tan felizmente han insultado la memoria y la dignidad de todo un pueblo, se ha dado en una de las pocas intervenciones donde no se está gastando saliva para el insulto a Infante. En un momento de su discurso, como no podía ser de otra manera, estos señores se dedican a comparar la figura de Blas Infante con la vida y obra del vasco Sabino Arana. Ya se pueden imaginar la cantidad de halagos que dedican también a este otro personaje histórico del nacionalismo. No entraré aquí a analizar si son correctos, o no, los argumentos que dan para comparar la acción de uno con la del otro. Tampoco entraré a valorar la figura de Sabino Arana, para eso ya estarán los compañeros vascos, si es que quieren salir en su defensa. Pero, déjenme que les diga, no me queda más remedio que entrar a resaltar lo gracioso que resulta acusar a una persona de psicópata, racista, xenófoba y fanática, para luego, solo unas pocas frases después, considerar a los reyes católicos como referentes valiosos para la historia de Andalucía. No sé, tal vez esté equivocado, pero no tengo conocimiento de que Sabino Arana haya sido el responsable de genocidio alguno, ni que haya conseguido establecer jamás un estado que expulsara sistemáticamente a todo aquel que no abrazase la religión oficial del reino, ni que dictara leyes para perseguir y reprimir las costumbres de los pueblos conquistados, ni de que fuera el impulsor de un tribunal al estilo de la santa inquisición. Sin embargo, no creo que nadie pueda decir lo mismo de los reyes católicos. Psicópatas eran, como bien lo demostraron en América, Andalucía o Canarias. Racistas eran, como quedó patente con la expulsión de judíos y musulmanes del territorio por ellos dominado. Xenófobos eran, como se pone de manifiesto por la persecución que hicieron de las costumbres culturales de los pueblos conquistados que no eran del agrado de sus majestades. Y fanáticos tal vez lo que más, porque el horror del tribunal de la santa inquisición que ellos crearon para mantener la ortodoxia católica de sus reinos, solo es comparable con los sucesos del holocausto nazi u otros acontecimientos históricos del estilo. Sin embargo, mientras Sabino Arana es un loco peligroso, los reyes católicos son dos figuras de envergadura que deben ser honradas y respetadas por el pueblo andaluz en lugar del cretino de Infante. Además, también acusan a los nacionalismos andaluces y vasco de sustentarse sobre la existencia de mitos. Como si Santiago Matamoros (después Santiago Mataindios) y su blanco corcel, apóstol, mártir y patrón de España, o la batalla de Clavijo, fueran ejemplo de la más estricta de las realidades históricas. En fin, así son ellos, así es el nacionalismo español.
¡Ah claro, ahora entiendo! Ahora puedo comprender como es posible que unos personajes que adoran a los reyes católicos, puedan tener el atrevimiento de llamar bobo, cretino y subnormal a Blas Infante. Un hombre que dejó dicho aquello de “mi nacionalismo, antes que andaluz es humano”, no puede ser para ellos otra cosa. Y es que el nacionalismo español nunca ha sido humano. Ha sido (sigue siendo) sanguinario, colonizador, explotador, totalitario y excluyente, pero nunca humano. Así que todo aquel que pueda pensar que el nacionalismo no es eso, que el nacionalismo puede ser también otras muchas cosas de carácter progresista y humanista, puede ser, por ejemplo, la voz de un hombre que no duda en afirmar aquello de “en Andalucía no hay extranjeros”, o la palabra de un sujeto que se levanta contra la tiranía impuesta a las clases jornaleras andaluzas por las oligarquías terratenientes dominantes, no puede ser para ellos más que un cretino y un subnormal profundo. ¡El nacionalismo no es eso!, pensarán. Ahora lo entiendo todo.
Y mientras tanto, el PP andaluz entonando al son de Rocío Jurado el (muy combativo y revolucionario) himno que Don Blas Infante creara. Claro, lo hacen para no tener que acudir a Madrid con el rabo entre las piernas ante la respuesta dada por el pueblo andaluz a las palabras de sus compañeros de partido, uno de ellos además andaluz. Todo sea por mantener un número consistente de votos en Andalucía que les permita tener alguna opción de volver al sillón de mando del estado. Pero si por ellos fuera, estoy seguro, también llamarían cretino y subnormal a Blas Infante, entre otras cosas por dejar dicho (y escrito) que había llegado el momento de declarar al nacionalismo andaluz separatista de un estado que lo humilla, que había llegado el momento de romper la vieja España. Ahí les duele.
* Para quien quiera escuchar los insultos, aquí puede encontrarlos (abajo en noticias relacionadas): http://www.diariodesevilla.com/190357_ESN_HTML.htm
Pedro Antonio Honrubia Hurtado. Uno de los diez millones de hijos patrióticos de Blas Infante. yo69pedro@hotmail.com.
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