¿Quién le iba a decir a Francis Fukuyama que 20 años después de su asalariada y apocalíptica visión del “Final de la Historia”, el capitalismo iba a estar en grave crisis provocada por su mismo funcionamiento autodestructivo, nacionalizando bancos e inyectando fondos públicos para dicha canalla privada, mientras todavía se reprocha al presidente venezolano Hugo Chávez dicho hecho? ¿Quién le iba a decir a Francis Fukuyama y a quienes piensan como él, que el “Final de la Historia” iba a ser el principio del final de su propia, triste y ensangrentada historia?
El capitalismo más que estar en crisis económica, está en crisis ideológica. Su decrépito esqueleto ha quedado, una vez más, al descubierto. La misma historia y los hechos actuales dan una soberbia bofetada a quienes pensaban que este sistema, además de intocable, era “el mejor de los posibles”.
Ciertamente la auténtica crisis la están pasando los trabajadores, precarios, jóvenes…y los pueblos del mundo. Porque el capitalismo no sólo esquilma personas, sino que agrede también la cultura, la identidad, los usos y costumbres, los recursos y la riqueza natural y ambiental de esos mismos Pueblos.
El capitalista, el que realmente tiene el poder, es un violento bloque formado por una pequeña minoría de la sociedad. No tiene problemas para vivir, no pasa necesidad, angustia, sufrimiento, sinsabores… no convive a diario con la precariedad laboral, los “reajustes” y “flexibilizaciones del empleo”; no convive con los sueldos de miseria, con los despidos “libres”, improcedentes y muy baratos. No convive con el paro. Tampoco convive con la represión, la tortura, las represalias o la criminalización. Muy al contrario, es ese pequeño y violento bloque de poderosos quienes deciden y se encargan de ejecutar lo anterior para que sus fortunas personales vayan a más, sin importarle cualquier otra cosa.
Ha quedado más que patente que este modo de producción, además de anticuado ideológicamente y anti-humano en sus principios y su praxis, ha fracasado en todos los aspectos. No sólo ha justificado y ha necesitado explotar y matar a las personas de gran parte de la población mundial, sino que ya es incapaz de garantizar nada al propio 16% de dicha población mundial que vive bajo el tenue umbral de los Estados del llamado “primer mundo”.
En la Historia han caído todos los Imperios, más tarde o más temprano, por muy violentos y férreamente poderosos que fueran, ninguno se ha resistido a su propio desgaste, a sus propias contradicciones y al implacable paso de la Historia. El capitalismo lleva varios siglos manteniendo un Imperio abocado a desaparecer por su misma dinámica destructiva y agresora. Quienes en teoría deberían ser sus valedores, las personas, son sus víctimas. Semejante esquizofrenia sólo es comprensible desde una espiral sin sentido. El capitalismo hace tiempo que dio sus primeros pasos hacia su final. Hoy, no ha hecho y no hace más que consolidar ese camino.
El capitalismo tampoco morirá mañana, es muy fuerte todavía. Dispone de todos los medios posibles para aniquilar, principalmente de forma militar, a toda disidencia que le moleste demasiado. No reconocerlo y no actuar en consecuencia es la tumba de todo movimiento y de toda persona revolucionaria. Sin embargo, el Pueblo Libre, los revolucionarios, tenemos ahora, como tuvimos en otras épocas y etapas históricas, una nueva oportunidad de hacer todo lo posible para derribar los principios, las ideas y las instituciones del Imperio. No será nada fácil ni de un día para otro, quedan aún muchas batallas que librar en esta guerra de clases.
La situación que se ha autoprovocado el capitalismo se les ha escapado de las manos al sistema. El capitalismo es una fruta madura y podrida que no tardará en caer por su propio peso del árbol de la Historia, una caída que no está exenta de dudas, manipulaciones, vacilaciones, distorsiones…pero una caída firme y segura. El problema del capitalismo es cosa del presente, pero el capitalismo también es, esencialmente, cosa del pasado y como tal quedará para la posteridad, al igual que otros Imperios, cuando se haya superado esta fase histórica.
La Humanidad, si realmente quiere permanecer y vivir como tal, ya no puede tender objetivamente sino hacia el socialismo científico revolucionario, lo demás ha sido agotado y superado. Contrariamente a este camino sería volver a la Prehistoria o retroceder de nuevo varios siglos, con la salvedad de que ya no quedan tantos recursos en la tierra: agua, petróleo, capa de ozono, aire limpio, clima alterado...
A los Fukuyamas de hoy se les acaba la historia. Pero empezará otra Historia, con mayúsculas, mucho más preciosa y positiva para el género humano. La Historia de una Humanidad Libre.
Juanfe Sánchez, militante de Jaleo!!!, Nación Andaluza y el SAT.
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