lunes, 25 de febrero de 2008

Las primeras juventudes socialistas

En la historia del socialismo militante, las juventudes socialistas jugaron un papel radical que no se parece para nada al que ahora juegan esos muchachos que se pelean por salir en las fotos en los actos públicos, con un talante que más bien parece a los espectadores de un denigrante concurso televisivo.

La historia da los movimientos juveniles dentro del movimiento obrero y socialista está todavía por escribir» pero por lo que sabemos se trata de un capítulo importante, decisivo en muchas ocasiones históricas. Los movimientos juveniles siempre estuvieron en tensión con las inclina­ciones conservadora» de sus formaciones tutelares, eso era inherente a su condición, así lo fue hasta fechas recientes entres socialistas alemanes e incluso laboristas. Durante los perío­do» de crisis revolucionaria, los jóvenes ocuparon, primero el "proscenio" de las luchas y luego sus lugares de vanguardia, por delante de los sectores institucionales e instalados. Las juventudes socialistas de la Segunda Internacional “clásica”, tras haber sido un centro de oposición contra el “revisionismo”, se convirtieron entre 1916 y 1919 en centros del internacionalismo contra la guerra, en algo así centro en una anticipación de lo que sería más tarde la Internacional Comunista de los tiempos de las tres L: Lenin, Luxemburgo, Liebknecht. Ulteriormente» en los años treinta fueron el sector más sensible a los planteamientos antiestalinistas y sectores más o menos significativos de ellas abogaron por una Cuarta Internacional.

La organización de la juventud en movimientos organizados nace con el capitalismo» La burguesía impulsa la creación de club y aso­ciaciones conservadoras» en la mayoría de casos a través de la Igle­sia: boy-scout, catequesis para jóvenes, juventudes “doradas” de partidos reaccionarios, etc. En algunos casos estas juventudes resultaron ser el punto más activo para movimientos “renovadores” en el interior de estos movimientos, por ejemplo, los curas jóvenes que en los años cincuenta-sesenta comenzaron el movimiento de los “curas obreros”, aunque algunos habían sido tan reaccionarios como el célebre Padre Llanos del Pozo de Tío Raimundo que empezó como falangista. Esta rebeldía natural ha llegado a propiciar una cierta tradición en la clase dominante más ilustrada, que podía llegar a considerar que una juventud i neo reformista es una con­dición da ve para ser luego un burgués experimentado». Al parecer fue Willy Brandt quien años más tarde sintetizó esta idea diciendo que el que no había sido revolucionario en su juventud, es que no tenía corazón, y el que no es conservador de adulto es, que no tiene "inteligencia", un consejo que tuvo un predicamento devastador en la Transición.

El capitalismo, al igual que organiza la saciedad en clases, es­tableció durante mucho años una jerarquización social y familiar en la que los jóvenes permanecen sujetos "a la tutela espiritual de los mayores" por los que serían do­mesticados para cumplir su futuro rol social. En esta jerarquía, los jóvenes burgueses —sobare todo los estudiantes- sufren notables contradicciones entre sus ideales y su realidad, mientras qua les jóvenes obreros serán en palabras de Karl Liebknecht, explotados como obre­ro y oprimidos come jóvenes.

Los socialistas que se organizan en todos los países industria­lizados para imponer una nueva sociedad, organizan les jóvenes en el trabajo y en los centros de enseñanza. Los primeros en hacerle fueron los holandeses (1885), un año más tarde fueron los belgas. Los españoles le hicieron en 1903 de la mano de Tomás Meabe, quien además era un escritor de cierto interés,y los últimos fueron los británicos que siguieron funcionando como una "escuela dominical" para jóvenes durante mucho tiempo. No tardaron los jóvenes en convertirse en parte integrante del debate que divi­día marxistas y revisionistas. Mientras, que los primeros —sobre todo Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht en Alemania y Lenin en Rusia— plantearen la necesidad de que los jóvenes tuvieran su propia orga­nización autónoma, los segundo argüían que ésta no era necesaria y proponían la creación de unas "comisiones de jóvenes" sujetas a las directrices del partido. El debate se prolongó especialmente en el tema militarista, punto sobre el que los anarquistas habían tomado una importante iniciativa. Para los marxistas, el trabaje antimilitarista era algo así co­mo el eje central del movimiento juvenil (Karl Liebknecht decía que "para conseguir la paz, había que preparar la guerra contra el mi­litarismo"). Sin embargo, los revisionistas consideraban que el militarismo era una en­fermedad más del capitalismo y que no cabía por lo tanto un trabajo específico. Todo se solventaría, con el socialismo de mañana.

Bajo la inspiración directa de Karl Liebknecht se crearía .la Unión internacional de organizaciones de la juventud socialista en 1907 gracias a una resolución del Congreso de Stuttgart celebrado el mismo año. Su programa descansaba sobre tres claves: la lucha contra el militarismo, la educación socialista y, la lucha contra la explo­tación económica específica La Unión adopta también un programa mínimo en torno al horario y a las condiciones de trabajo, sobre la escuela obligatoria, mientras que en el ámbito universitario se hace hincapié en las reformas democráticas y en la alianza con la clase obrera. En pocos años la Unión pasa de 60 a cerca de 200. 000 miembros. En Rusia la cuestión juvenil juega un papel mucho más conflictivo que en el resto- de Europa. Las luchas estudiantiles pasan a ser uno de los centros más activos contra la autarquía, un terreno en el que destacara un tal Nikolai Bujarin. Fueron los estudiantes los participantes más activos de la revolución de 1905 sobre todo en la segunda oleada revolucionaria, la de octubre que comenzó con una impresionante movilización estudiantil. Los jóvenes cadetes abrieron, un camino que luego fue ocupado por la huelga general. Mayo del 68 tiene muchos antecedentes en la historia, de hecho, habría que remontarse a las primeras universidades.

Los bolcheviques en general» y Lenin en particular dedicaron una especial atención teórica y práctica a este sector social. Para Lenin, los estudiantes eran la parte de los intelectuales más conse­cuentemente vinculada con la lucha democrática. La fracción más avan­zada de la democracia burguesa urbana y podía ser una pieza clave en la creación de un bloque revolucionario que uniera detrás del proletariado, al campesinado y a amplios sectores de la pequeña bur­guesía. Su propuesta militante pasaba por las agrupaciones profesio­nales estudiantiles, dentro de las cuales la socialdemocracia debía de trabajar en la ampliación, de sus criterios políticos» en un» orien­tación revolucionaria.

Éste esfuerzo la propia audacia de los bolcheviques hizo que este partido se convirtiera en el más joven de toda la oposición rusa. Cuando fue criticado por esto por el menchevique Larin, Lenin respondió con vehemencia: en todo partido de la revolución es la ju­ventud la que predomina. El suyo era un partido de vanguardia, de gente que vivía por y para la revolución en la praxis.

A pesar de sus prometedores inicios, las juventudes socialistas también terminaron antes de 1914 siendo "integradas” por la burocracia reformista, y por el "centrismo" de Kautsky. A la hora de la verdad en agosto de 1914, un sector muy importante se aliena can la mayoría militarista (por ejemplo, el jefe de los jóvenes alemanes era Friedrich Ebert —el de la bendita Fundación y a la que Felipe González debe tanto- y un acérrimo patriota. Otros, como Friedrich Adler que atentó contra el ministro de la guerra, después de una primera oposición, también acabaron integrándose y pa­ra ello encontraron la formula ideal en el kautskysmo que justificaba la acción internacionalista en tiempos de paz, y la lucha en las trincheras en los tiempos de guerra.

No obstante, hacia 1915 comienza un renacimiento del movimiento juvenil que avanza con unos criterios pacifistas, en la línea del centre de Zimmervald, Conferencia a la que se adhieren los jóvenes socialistas madrileños con Juan Andrade entre los animadores, y desemboca en una integración muy importante en la Internacional Comunista, a cuyo congreso inaugural asiste la Internacional Socialista juvenil que durante estos años se agita bajo la inspiración de un líder excepcional, el suizo Willy Müzenberg, luego uno de los actores más trágicos del estalinismo— cuya evolución hacia la izquierda marcará la de toda la organi­zación» En 1915 tienen su primera conferencia internacional y se pro­nuncian por el desarme total. Lenin que interviene en la Conferencia que fue representado por Inesa Armand —con la que discutía cada día en un café cercano al local donde se desarrollan los debates—, ve en ellos el primer cuadro organizado de la futura internacional y, mientras que es el paladín de la ruptura con las posiciones centristas de los ma­yores, aboga por un trabajo paciente entre los jóvenes.

Este trabajo paciente dio sus frutos. La dirección juvenil so­cialista, con Müzenberg como secretario general, se puso delante del movimiento con posiciones fuertes aunque –obviamente- intentó in­tegrar en su interior y en su órgano de expresión, "Jugen Internatioal', a tas las posiciones no chovinistas —desde Lenin al Bernstein pacifista pasando por un largo etcétera—, y fue evolucionado hacia las posiciones revolucionarias a través de un antimilitarismo intransigente y de una gran vo­luntad de acción Se afirmaron en una independencia que Lenin defen­dió como inherente al movimiento juvenil revolucionario, algo que con el estalinismo dejó totalmente de existir. La revolu­ción de Octubre encontró en los jóvenes socialistas-internacionalistas sus primeros aliados. Ellos fueron los primeros en movilizarse en la solidaridad con la revolu­ción y los pioneros en el momento de construir nuevos partidos comunistas. Cuan­do llegó el momento de fundar el Komintern, pasaron a ser uno de sus componentes más sólidos con unos 140.000 afiliados.

Ni que decir que desde entonces, los aparatos socialdemócratas mantuvieron una desconfianza innata en la juventud. Al final les enseñaron que las ideas socialistas también podían ser útiles para hacer “carrera” en el sistema.

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