Por Juanfer Sánchez
Si, aquí y ahora. No sólo es posible, sino necesario. Porque de lo que se trata, para dejar las cosas claras desde un principio, es del tremendo grito de Blas Infante allá por el 1919 en el Manifiesto Nacionalista: ¡andaluces, no emigréis! ¡combatid! ¡La tierra de Andalucía es vuestra, recobradla!
Quien más quien menos, soportando algún despido, alguna improcedencia, alguna traición, ha escuchado alguna vez esa frase cuasi-terrorista de “si aquí no encuentras trabajo, vete”. Y digo cuasi-terrorista porque no sólo denota un repugnante principio de insolidaridad y egoísmo (de los que estamos por desgracia bastante sobrados), sino porque está implícitamente despojando del derecho que tiene todo andaluz a trabajar en su tierra. Y porque además, niega de facto (y aquí se nota el pensamiento único) que los medios de producción (la tierra, la fábrica, la cooperativa, la industria, la envasadora…) pueda estar en manos del trabajador/a andaluz. Dicho de otra forma, esa frase, de “vete, aquí no tienes nada que hacer”, es una metáfora malsonante e indigna que cubre una situación social injusta: la de negar que el obrero andaluz, que todo el Pueblo Trabajador Andaluz pueda poseer los medios de producción y distribución de Andalucía.
Y nos hacemos la pregunta. ¿Y de qué sirven sino los recursos de Andalucía si no es para el beneficio, prosperidad y libertad del Pueblo Andaluz? Pensaran muchos que es así pero no es así.
El Pueblo Andaluz está desheredado de su tierra, desde la conquista castellana sucesivas generaciones de Andaluces han visto como su tierra les era robada y gestionada por los colonizadores castellanos ayer, por la Iglesia (ayer y hoy), por el cacique de turno, por el señorito hoy… por todos esos “grandes de España” y cazaprimas que han vivido del sudor de los demás, obligando a los andaluces a trabajarles para ellos para poder subsistir en su propia tierra y además, despreciándolos, maltratándolos, humillándolos. Y esos que poseían y poseen grandes porciones de tierra (y se llevan de paso, las subvenciones de la UE) no sólo son dueños de la tierra, son dueños de fábricas, de la escasa industria; otros son representantes de grandes casas comerciales sin más piedad que los anteriores a la hora de saltarse a la torera los derechos de los trabajadores. Algunos otros, los menos, tienen la desgraciada “suerte” de haber sido unos muertos de hambre, crecer económicamente a costa de los demás y pasear su chulería en forma de mofa, de incumplimiento de convenios, de faltas de respeto, de humillaciones, de BMV…lo poseen todo, el pueblo andaluz, en su tierra, en una tierra que en verdad es suya, no posee nada, ha sido obligado, mediante la sangre, el fuego y las armas, a no tener nada.
Al calor de esto, esos grandes señoritos que lo poseían todo y que preferían que cuatro cabezas de ganado pastasen en grandes áreas en vez de industrializar eficazmente su tierra, su pueblo, obligaron a mediados de los 60 a muchos andaluces a tener que irse de su tierra, porque el mísero jornal no le llegaba para poder vivir. Y porque estos mismos señoritos, que abrazando, apoyando y garantizando este sistema injusto, que hicieron emigrar en una tragedia sangrante para Andalucía a millones de andaluces, fueron los mismos que pactaban con las burguesías españolistas madrileña, catalana y vasca el que ellos tuvieran las industrias, que esos señoritos andaluces tuvieran privilegios sin ninguna obligación social y que los andaluces, el Pueblo Trabajador de a pié fuera el que suministrara los recursos humanos para poder levantar los beneficios de estos parásitos del Norte y por consiguiente, levantar industrias y economías lejanas, mientras su tierra, su patria, Andalucía, veía impasible como se desangraban las esperanzas de un pueblo por renacer. Nada mejor que las lágrimas en la casa, en el zaguán, en la estación, para saber lo doloroso de tal hecho. Muchos no volvieron porque no querían seguir pasando hambre, otros no tuvieron ni siquiera la oportunidad de volver porque murieron allá lejos, fuera de su tierra, de su gente. Y Andalucía, sin ser dueña de sí misma.
Blas Infante ya denunciaba con firmeza esta situación que sigue igual en lo sustancial casi un siglo después: “Es una iniquidad monstruosa que, por mantener regímenes privilegiados, sea el país del hambre uno de los más fértiles de la tierra. La tierra de Andalucía es de todos los andaluces, porque para ellos la creó la Naturaleza y no de esos cuantos privilegiados que la han convertido en dehesas y cotos de caza donde se engordan toros mientras perecen los hombres, y donde vienen a divertirse los señoritos, cansados de ociosear en Madrid, en tanto que los andaluces parten a las ciudades repletas a competir por un mísero jornal con los obreros industriales o se lanzan a la emigración. La dignidad de los andaluces exige la creación en Andalucía de un pueblo consciente y capacitado; exige el concluir de una vez, sea como sea, con los caciques y sus protectores los oligarcas; hay que evitar continúe siendo Andalucía el país del hambre y de la incultura, la tierra más alegre de los hombres más tristes del mundo…hay que concluir con la leyenda vergonzosa de la Andalucía de pandereta, vestida de colorines, esclava de caciques y prostituta de toreros”.
Parece que un ex alcalde retirado que gobernó en la Puebla hasta hace poco, muy asiduo a hacerle homenajes a Blas Infante, o mentía en sus actos (cosa normal en él) o no conocía a Blas Infante, por lo cual se engañaba a él mismo y a los que lo escuchaban. Porque después de saber lo que decía Infante, este ex alcalde les ha dicho a muchos jóvenes que le han presentado proyectos empresariales que lo mejor que podían hacer es irse a Ibiza. Lo curioso no ya de este alcalde, sino de todos esos tripones que mandan a la gente a irse fuera, es que ellos nunca lo harían, nunca se van. Y señores tripones, habrá que predicar con el ejemplo para tener credibilidad ¿no?...
Si existen trabajadores que están parados, jóvenes que sólo encuentran precariedad unas veces y desempleo forzado otras, si existe toda una legión de hombres y mujeres sanos que quieren trabajar y no se les deja, (porque el capitalismo necesita parados, no funciona sin parados) si existen hombres a los que se califica de ociosos es porque hay una tierra ociosa. Porque la tierra ociosa, esa que se dedica a cuatro cabezas de ganado o a sembrar trigo para trincar cuatro duros de Europa, es la que crea hombres ociosos. Y esta situación vergonzosa, de injusticia social lacerante, no podemos permitirla por más tiempo los andaluces.
¿Y al final? ¿Que le queda al Pueblo Trabajador? Nada, ni siquiera el agradecimiento por los servicios prestados. Sólo nos queda una migaja que llaman sueldo con el que cada día que pasa es más difícil sobrevivir en esta sociedad de riquezas para pocos y pobreza para muchos.
Cuando uno escucha “no hay trabajo, vete de aquí” me es imposible pensar en otra cosa que no sea denunciar esta mísera situación, empezando por el o la sinvergüenza que lo diga, con más buena o más mala intención. Porque aquí en La Puebla, aquí en Andalucía sí tenemos recursos, recursos de sobra para no tener que seguir emigrando fuera de nuestra localidad, fuera de la tierra que nos parió lejos de los nuestros, lejos de todo aquello donde crecimos, lejos del lugar que nos vió nacer, lejos del lugar donde queremos que crezcan nuestros hijos e hijas. Los moriscos no quieren dejar todo eso atrás, quieren trabajo en su tierra. Sí, hay recursos, quien diga que no miente. Tenemos casi 8000 hectáreas sin cultivar (de las 18.082 de término municipal que tenemos, casi la mitad). ¿Qué crimen se está cometiendo entonces? ¿Por qué no se crean cooperativas municipales, con participaciones colectivas de trabajadores? ¿Porqué no se crean industrias, envasadoras, materia prima con la que trabajar en tan extenso terreno baldío? ¿Nos toman por tontos quizá? ¿O es que hay que tener sólo muy poca vergüenza para decirle a alguien que se vaya cuando no hay voluntad de crear empresas y riqueza aquí con tantas miles de hectáreas que hay baldías, sin plantar? ¿Dejamos que siga creciendo en esas tierras baldías las ortigas, las malas yerbas, la desesperanza y la emigración? ¿O estamos dispuestos a sembrarlas de ilusiones y esperanzas para un futuro próspero para nuestra gente? La tierra yerma, vacía, sin cultivar, sólo da futuro yermo y vacío.
No son los trabajadores andaluces los que deberían de irse, sino la cantidad de sinvergüenzas, “Grandes de España”, cazaprimas y políticos nefastos que creen que Andalucía es su coto privado, su residencia a ratos y que los andaluces/as somos sus criados. Ellos, esos impresentables son los que tienen que coger carretera y manta y no volver nunca más por esta noble, solidaria y abierta tierra de gente honrada pero no de tontos inútiles como piensan. A los trabajadores andaluces nos han robado y negado muchas cosas durante muchos años y muchos siglos. Pero aún nos sigue quedando la esperanza, el derecho y la necesidad de ver que esta nuestra tierra, está al servicio de nuestro bienestar y nuestro futuro y no al servicio ni de cárceles, ni de vertederos, ni de bases militares, ni para cuatro cazaprimas que quieren cobrar subvenciones. En nosotros está romper esta indigna situación. Y la vamos a romper.
Por ello, queremos acabar como hemos comenzado. Gritándole a nuestro Pueblo como ya lo hiciera Blas Infante: ¡Andaluces, no emigréis! ¡combatid! ¡la tierra de Andalucía es vuestra, recobradla!.
Si, aquí y ahora. Queremos trabajo, queremos futuro, queremos que respeten nuestros derechos. Aquí y ahora. No sólo es posible, sino necesario.
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