Resulta cuanto menos sorprendente que a la hora de preparar un ciclo sobre cine andaluz (o sobre Andalucía), lo más difícil con ventaja ha sido encontrar y adquirir una copia de Una pasión singular, el “biopic” sobre Blas Infante…
Tal como anunciaba hace unas semanas, ya está en marcha un ciclo sobre “cine andaluz” que comprende los siguientes títulos: Poniente, de Chus Gutiérrez (8-02-08), Eres mi héroe, de Antonio Cuadri (14-02), El corazón de la tierra, idem (22-02), y finalmente, Una pasión singular (Blas Infante), de Antonio Gonzalo, para el 29…Todas ellas se pasaran en la sala Polivant de la Vinya d´en Petaca de Les Roquetes del Garraf en Sant Pere de Ribes a las 19 horas. La idea es que sí el ciclo tiene el éxito que merece, en abril se organizaría otro, esta vez sobre el cine y la II República.
De Poniente ya escribí un lejano trabajo sobre cine y emigración que el lector encontrará en las páginas de Kaos. Sobre Eres mi héroe, de Antonio Cuadri se puede decir que es una película modesta e interesante que cuenta la historia bastante creíble de un muchacho que crece en la Sevilla de 1976, al compás de la agitación social y democrática, en tanto que sobre El corazón de la tierra se puede decir casi lo contrario, que su principal pecado es la inmodestia, promete mucho más de lo que ofrece, pero dada la trascendencia histórica del tema pienso que valdrá la pena regresar sobre ella…El ciclo se cierra con Un pasión singular (Blas Infante), una película sobre la que alguien como servidor, lector minucioso de revistas como Fotogramas y Dirigido, no tenía la menor noticia, y sobre la que encontré una pista por mera casualidad mientras buscaba información sobre el doctor Pedro Vallina en vista a un artículo sobre Fermín Salvochea.
Luego, cuando a principios del verano pasado se planteó la posibilidad de realizar este ciclo en una pedanía producto del aluvión emigrante de los años cincuenta-sesenta, y llamé la atención al amigo Cabello sobre su existencia, pensamos que todo sería fácil teniendo en cuenta podría encontrarla durante sus vacaciones en Andalucía después de verificar que la delegación de la Junta de Andalucía en Barcelona no tenía constancia de su existencia. Sin embargo no fue, así , Cabello buscó en los grandes almacenes en los que no faltan los títulos de Sylvestre Stallone, y luego se paseó infructuosamente por diversas ventanillas oficiales. No ha sido hasta fechas recientes que un amigo ha podido adquirir una copia. ante algo así uno no puede por menos que pensar en otros títulos “malditos” que abordan capítulos determinantes en la historia andaluza (y española) como la biografía de Fermín Salvochea o la masacre de Casas Viejas, un adelanto de lo que luego sería el franquismo.
Sin embargo, en este caso no se trataba de un tema igualmente “maldito” sino de un personaje al que se le otorga el título de “padre” de la patria andaluza, “aceptado” hasta por el Partido Popular, aunque dicha aceptación sea todo lo profundamente hipócrita que corresponde como lo demostrarían las recientes declaraciones de Aleix Vidal-Quadras al que uno encerraría (en su domicilio) con alguno de esos intelectuales del tipo de Fernado Savater, Antonio Muñoz Molina o Álvaro Pombo, para que se enteren deque sí hay un nacionalismo excluyente y reaccionario por estos lares ese es el nacionalismo granespañol que, además, como lo demuestra el mismo Aleix es capaz de decir las mayores barbaridades, como aquellas en la que echaba “patrás” la historia del Gulag estalinista hasta El Manifiesto comunista.
O sea que estábamos hablando de una película que se presenta con varios premios, con diversas ayudase de la Junta y de TV Sur, dirigida por el cineasta con un cierto historial, interpretada por lo más granado de los actores andaluces (Marisol Membrillo, Juan Diego, María Galiana, Manuel Morón, Carlos Álvarez y Antonio Dechent), protagonizada por el argentino Daniel Freire que desde ahora será el rostro de Don Blas, rodada con un cierto presupuesto, y lo que es más importante: con un resultado bastante digno. Es sabido que el “biopic” es un general repleto de trampas, sobre todo cuando tiene que ser hagiográfico por narices, y que muy poco directores consiguen salvar el producto (Abraham Lincoln ha sido el más afortunado con John Ford y John Cromwell), pero hasta el mismísimo Roberto Rossellini la “cagó” literalmente cuando aceptó a realizar un film laudatorio de De Gaspari, el principal líder del partido más corrupto que recuerdan los anales: la Democracia Cristiana italiana.
Tampoco éste blas Infante es ninguna maravilla, pero sí creo que se puede decir que es bastante mejor que otros más celebrados, por ejemplo que Companys, procés a Catalunya (Josep Mª Forn, 1978), que igualmente se centra en los últimos días del que fue presiente de la Generalitat republicana en la que el martirologio predomina sobre cualquier atisbo de objetividad…Creo que Gonzalo ha aprendido la lección y su Blas Infante (magníficamente interpretado por Daniel Freire), es tan buena persona y tan bienintencionada como lo pudo ser en la realidad, pero no se ahorra las debidas pinceladas sobre su innegable ingenuidad mostrada por ejemplo cuando Vallina le comunica que Ramón Franco les tomó el pelo en la controvertida sublevación de Tablada. Gonzalo tampoco dice más de lo necesario sobre sus últimos momentos, cuando ya agonizando llama a la puerta de un convento cuya madre superiora le niega hasta el agua al tiempo que recuerda que en Osuna los franquistas han matado a un cura por corroer a los rojos.
La película es históricamente irreprochable, no hay ni un solo momento que no responda a los hechos, y en cuanto a la interpretación, pues está claro: los sublevados tenían como objetivo imponerse mediante el terror sin límites…Es posible que sea esto lo que explique que la película haya sido ningueada hasta por la Junta de Andalucía. No estamos acostumbrados a que se diga la verdad sobre el holocausto español, y mucho menos que se escenifiquen la responsabilidades criminales con nombre y apellidos, todo lo contrario. Ya he explicado en alguna ocasión la cautela que el ayuntamiento socialista de Granada reclamó a un Congreso de historiadores reunidos en 1986 para debatir sobre la vida y la muerte de García Lorca. En este sentido, vale la pena citar la nota aparecida en El País (21-01-03), sobre la película: “Es agosto de 1936. Los españoles se dedican a matarse. Franquistas y republicanos culminan con un baño de sangre un largo enfrentamiento marcado por la intolerancia y el cerrilismo. Blas Infante (Casares, 1885-Sevilla, 1936) ha caído en poder de los rebeldes y va de prisión en prisión en un amargo recorrido que concluirá con su fusilamiento. Durante su dramático peregrinaje el notario que sentó las bases del andalucismo recuerda episodios de su vida…”
O sea tanto monta monta tanto. El gacetillero estaba perfectamente al tanto de cual era la línea de periódico, y habría memorizado los artículos de Santos Juliá, y compañía, y vaya por dios., la película no dice ni sugiere nada parecido. A Blas Infante no le pudieron juzgar ni por matar una mosca, o mejor dicho lo matron por eso, porque sabía demasiado y porque creía que la reforma agraria era una necesidad humana, social, económica, e incluso cristiana, o así al menos lo pensó hasta un ministro de la CEDA que se atrevió a citar un Encíclica a unos terratenientes, a lo que esto le respondieron: “Oiga, sí usted nos quiere quitar las tierras con Encíclicas, nos hacemos todos cismático”, lo que demuestra que por sí hacía falta que no pudo haber ni un solo cristiano de obras (o sea en la práctica, algo que no tiene nada que ver con las liturgias) entre los franquistas dispuestos a matar a sus parientes “que se lo habían buscado” por ponerse al lado de los pobres.
Hay un buen argumento y buen trabajo del guionista (no en vano el guión lo firma Antonio Onetti, un excelente escritor y autor de Padre Coraje, una película totalmente recomendable aunque imposible para un cineforum), esto por más que no se puede negar que la película encuentra dificultades para conectar coherentemente lo personal y lo histórico, quizás porque un proyecto tan ambicioso necesitaría otro formato más amplio. Se le puede objetar igualmente una excesiva pulcritud, una obsesión por subrayar las escenas, y los encadenados no siempre funcionan…Pero no es menos cierto que la ambientación es más que notable, que el elenco de actores brilla con fuerza a pesar de que muchos papeles no acaban por tener su tiempo para darse a conocer, y lo que no hay que olvidar, que estas es una película para verla más de una vez, para memorizarla porque Blas Infante es un trozo de nuestra historia, una película que la Junta de Andalucía tendría que llevar a las escuelas.
Es una apuesta por la verdad y por la recuperación de una historia sepultada por una montaña de cadáveres y por una maraña de mentiras.
lunes, 4 de febrero de 2008
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